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domingo, 26 de octubre de 2025

35 KILOS DE ESPERANZA

 

Gregorio Dubosc odia el colegio. Está en sexto y ya ha repetido dos veces. Sus padres no le entienden, y discuten mucho entre ellos. Su abuelo León, con quien pasa muchos ratos, es la única persona con la que se siente a gusto. Cuando el anciano enferma, una especie de pensamiento mágico se apodera de Gregorio. Si se esfuerza lo suficiente, su abuelo se curará. Poco a poco, su comportamiento y actitud en clase se modifican, y la impresión que causa a los demás también. El momento crucial tiene lugar en  el gimnasio. Como suele ser un desastre en Educación Física, deja a todos con la boca abierta cuando se propone ascender por la cuerda de nudos. El libro está escrito en primera persona. He aquí cómo lo cuenta el protagonista:

"Cuarto nudo, quinto nudo.Iba a caerme. Era demasiado duro. No podía más. Gruñí y apoyé los pies. Nada, no podía. Iba a soltarme cuando me dí cuenta que los compañeros de clase, en círculo, me observaban abajo. Uno de ellos gritó:
- ¡Vamos, Dubosc, que tú puedes!
Lo intenté una vez más. Gotas de sudor me nublaban la vista. Mis manos ardían.
- ¡Dubosc!¡Dubosc!¡Dubosc!
Mis compañeros me jaleaban para sostenerme. 
Séptimo nudo. Iba a fallar. Sentía que me desmayaba.
Abajo, los colegas cantaban como en una película..." (1)

He contado esta historia en una de esos grupos difíciles en los que nadie hace nada. Me pareció que la entendían. Les pedí que pensaran en alguien importante para ellos. "Hoy vamos a esforzarnos por amor".
La clase discurrió con mucha más calidez y concentración que de costumbre, sin resoplidos ni regañinas. Hicimos música. Algunos se acercaron al final para preguntar tímidamente: "¿Lo hemos hecho bien, profe?"

1) Anna Gavalda, 35 kilos d´espoir. Bayard Jeunesse, Montrouge, France, 2009. Traducción págs 105-106 de Cecilia Gallego de Torres

sábado, 18 de octubre de 2025

El malestar de lo que importa

    Si me seguís desde hace semanas sabéis a lo que me refiero con "el malestar de lo que importa" (1) Comprometerse con un objetivo (aprender un idioma, escribir un libro, hacer ejercicio) provoca emociones que, en muchos casos, no son nada agradables. Una de ellas es el aburrimiento. Los progresos son lentos y nos parece quedar atrapados en el famoso día de la marmota (2). En aquella película el protagonista, obligado a repetir el mismo día una y otra vez, terminaba por hablar francés y tocar el piano, pero ¡también intentaba quitarse la vida varias veces! La repetición sistemática de una actividad, por muy apasionante que sea en inicio, termina por desesperarnos.

Otro problema no menor es el ansia de perfección. Las aficiones plantean un reto a la cultura de la productividad, pues raras veces acabamos siendo excepcionales en aquello que hacemos. Entonces, ¿para qué lo hacemos? Hay muchas maneras de responder a esta pregunta, pero Burkeman elige una muy bella. Nos habla de la libertad de ir tras lo inútil. Los resultados no lo son todo. Es más importante la paciencia y la humildad necesarias para perseverar en nuestros objetivos. En esto se alinea con Murakami, el escritor japonés que en su libro "De qué hablo cuando hablo de correr" lo expresaba así: 

"Mi nivel es extremadamente corriente (por no decir mediocre, un término quizás más adecuado). Pero eso no es en absoluto importante. Lo importante es ir superándose, aunque sólo sea un poco, con respecto al día anterior. Porque si hay un contrincante al que debes vencer en una carrera de larga distancia, ese no es otro que tú ayer" (3)


Yo tuve un padre músico que me lo inculcó de la siguiente forma. Respecto al piano decía que siempre es mejor interpretar uno la obra, aunque no sea en la mejor versión posible, que escuchar la interpretación magistral de otra persona. 


1) Oliver Burkeman, Cuatro mil semanas. Gestión del tiempo para mortales. Barcelona, Planeta, 2022.
3) Pág. 24 en Haruki Murakami, De qué hablo cuando hablo de correr. Barcelona, Tusquets, 19ª ed. Mayo 2019.


domingo, 5 de octubre de 2025

3999 semanas

 RESUMEN ENTRADA ANTERIOR:

"Si aceptamos que la vida tiene sus límites, asumamos desde ya compromisos irreversibles, que al final son los que generan mayor satisfacción. Pongo un ejemplo de mi propia cosecha: si decido que tocar el piano es muy importante para mí, y que debo dedicarle una hora diaria, estoy dejando de lado todas las otras posibles maneras de emplear ese tiempo. Al determinar la prioridad y atarme a ella sin reservas estoy más centrado, más seguro de mí mismo, y definitivamente menos distraído" 




OS RECOMENDABA LA SEMANA PASADA la lectura del ensayo de Burkeman "Cuatro mil semanas. Gestión del tiempo para mortales" (1) La idea clave del libro es que, cuanto más nos esforzamos en hacerlo todo, menos tiempo nos queda para lo realmente importante. Burkeman no dice qué es lo que debemos considerar importante, pero sí alerta de la trampa que supone tener todas las opciones abiertas.
Dejar pasar experiencias, ir a menos sitios, estar menos tiempo en redes, nos permite centrarnos en la diminuta cantidad de propósitos para los que en realidad tenemos tiempo. Topamos entonces con el problema más habitual, con el aburrimiento. Les pasa a nuestros alumnos. Quieren estudiar, lo intentan, y los pocos días abandonan porque no les gusta, eso dicen, les aburre. No les pasa sólo a ellos. De repente, aquello que estábamos decididos a hacer, que era tan importante, resulta tan tedioso que no podemos soportar concentrarnos en ello ni un día más. Tendemos a pensar que nos cansamos porque no nos interesa demasiado lo que estamos haciendo, sea lo que sea. ¿Habré elegido mal? No, responde Burkeman, No hay proyecto difícil que no nos enfrente con nuestras limitaciones. En lugar de paz y concentración, encontramos malestar, frustración, tedio. 

La idea del “malestar de lo que importa” es central en el libro. Burkeman nos dice que hacer lo importante no suele ser placentero. No nos aburrimos porque hayamos elegido mal, sino porque toda tarea significativa nos confronta con nuestra vulnerabilidad: la dificultad de mantener la atención, el miedo al fracaso, el deseo constante de distracción.

Esa incomodidad —que confundimos con “falta de interés”— es en realidad la señal de que estamos haciendo algo que importa. Por eso Burkeman propone aprender a tolerar ese malestar en lugar de huir hacia actividades más gratificantes a corto plazo. (Continuará)

1) Oliver Burkeman, Cuatro mil semanas. Gestión del tiempo para mortales. Barcelona, Planeta, 2022.
En la imagen, portada del libro.