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sábado, 26 de abril de 2025

VIENTO

 

 El buzón lector de mi pueblo no deja de depararme sorpresas (1) Os voy a hablar de una de las últimas.

Byron Katie (Texas, 1942) publicó "Amar lo que es" (2) tras años de estar sumida en una profunda depresión. El libro habla de su proceso de trabajo personal (The Work) y de cómo hay una serie de preguntas que, siempre según su testimonio, contribuyeron a acabar con su sufrimiento. No aporta evidencias claras de cómo dicho sistema ha sido útil en otros casos ni de cómo sus lectores se han beneficiado de sus consejos. Esto es así con la mayoría de libros de autoayuda. Sin embargo hay páginas llenas de sentido común, algunas muy poéticas. La idea central es que "toda la tensión que sentimos se origina en nuestras discusiones con lo que es " (pág 40). Pone este ejemplo:

"Tras mi despertar a la realidad, la gente con frecuencia me llamaba la mujer que se hizo amiga del viento. Barstow es una ciudad del desierto en la que el viento sopla con mucha frecuencia, y no había quien lo soportara; hubo gente que incluso llegó a mudarse porque no podía aguantarlo. La razón por la que me hice amiga del viento -de la realidad- es que descubrí que oponerse a él resultaba insensato."

Aunque, insisto, Byron Katie no avala su teoría con estudios rigurosos, la idea central que promueve ("dejar de pelear con la realidad") sí tiene respaldo sólido en la psicología contemporánea: la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), La práctica del mindfulness, la teoría de la regulación emocional...

"Amar lo que es" me quería sonar a esas corrientes psicológicas pero un poco en plan andar por casa. O sea, que me parece una locura abordar la depresión de la mano de este libro pero admito que puede ayudar si uno simplemente está de mal humor, algo cansado, enfadado por tonterías. Byron Katie llama "lavar los platos" a la práctica de amar la realidad tal como se presenta. Dicho en román paladino, que disgustarse porque llueve, porque nos toca pasar la aspiradora o porque hay que llevar el coche al taller es inútil y perjudicial. La vida está llena de tareas en apariencia ingratas. Afrontarlas de buen humor nos puede dar muchas satisfacciones. ¿Sabes qué, Katie? Esa idea sí te la compro. 

¡Hasta la próxima semana!

1) Ver la entrada en este blog Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos de 18 de enero 2025

2) Byron Katie, Amar lo que es, Cuatro preguntas que pueden cambiar tu vida. Urano Ed., Barcelona, 2002.

sábado, 5 de abril de 2025

CONCIERTO

 

He vuelto a sentir la misma tristeza que me invadió hace años cuando leí por primera vez Madame Bovary y Emma decide abandonar la música:

"¿Para qué tocar?, ¿quién la escucharía? Como nunca podría, con un traje de terciopelo de manga corta, en un piano de Erard, en un concierto, tocando con sus dedos ligeros las teclas de marfil, sentir como una brisa circular a su alrededor como un murmullo de éxtasis, no valía la pena aburrirse estudiando." (1)

En su momento no lo entendí. Al día de hoy, he llegado a comprender hasta que punto lo que no se comparte termina por aburrirnos, hastiarnos. El arte, el amor, la palabra, incluso el pensamiento… florecen cuando hay un "otro" que los acoge. De lo contrario, lo que antes brillaba se apaga. 

Así, todos los años, con la llegada de la primavera, organizo un concierto en el que desde mis alumnos más pequeños hasta los que están acabando Bachillerato se reúnen alrededor del piano y cantan y tocan para toda la comunidad educativa. Crear espacios donde el arte y la educación convergen, permitiendo que los estudiantes expresen sus emociones y habilidades es una forma de cumplir el sueño que todos tenemos de ser escuchados, de ser vistos, de que nuestra sensibilidad importe en un mundo que no siempre  brinda ese espacio.

 Si estudias o trabajas en el "Prado" te invito a pasarte el próximo jueves 10 de abril a las 11:30 por la biblioteca de nuestro centro. Es uno de los grandes momentos del curso. Un fuerte abrazo.

1) Gustave Flaubert, Madame Bovary. La traducción de Germán Palacios que se cita aquí proviene de la edición de Cátedra, Letras Universales, Madrid, 1993, pág 139.