en el nunca suficientemente explorado universo de la felicidad existe un concepto muy ligado a la música, el Adagio, que vamos a estudiar hoy.
Adagio significa tempo lento, y los pasajes más bonitos de la historia de la música están escritos para ser interpretados así, despacio, con calma. La indicación se encuentra al principio de la partitura:
En clase hemos interpretado piezas como el Adagio de Samuel Barber. Me decía una alumna el viernes, al finalizar la mañana, "profe, era como oir magia". Oir la magia...qué idea más sugestiva: ¿se puede oir la magia? ¿se esconde tal vez en la belleza de lo que se hace con paciencia, de lo que se saborea con conciencia plena, de lo que se toma con delicadeza? Vivimos en un mundo en el que siempre parece faltarnos tiempo. Rodeados de estímulos excitantes, comemos rápido, caminamos rápido, hablamos rápido, estudiamos rápido, como para sacudirnos la obligación y empezar de nuevo con otra cosa. El resultado es que no recordamos qué hemos comido, qué hemos visto, qué nos respondió el otro. Muchos alumnos refieren que, de un año para otro, los contenidos estudiados han desaparecido de sus mentes, que "no se les queda". Tal vez si hubiéramos ido despacio, dedicando el tiempo necesario a cada asignatura, eso no ocurriría. Yo tengo un cuento en inglés deslumbrante en su sencillez que se titula "The carrot seed". Trata de un niño que planta una semilla y se toma la molestia de regar cada día la plantita con el convencimiento de que un día florecerá para él, a pesar de que a su alrededor todo el mundo le desanima. Por supuesto, la planta crece tal y como él esperaba pero no lo hace de golpe ni de inmediato. La naturaleza nos ofrece infinitos ejemplos del tempo lento que se necesita para ver florecer las plantas, y lo mismo ocurre con nuestros sueños, deseos y expectativas. Frente a la ansiedad, el estrés y las prisas de la vida moderna yo os recomiento una buena dosis de Adagio. Eso no significa estar adormilado o despistado. El buen músico sabe que el Adagio es difícil porque requiere dar cada nota en su sitio, esperar, buscar la definición de la melodía en el gesto cuidado del que no se precipita. Todos somos intérpretes de nuestras propias vidas, y deberíamos saber cuando toca ir deprisa (Allegro) y cuando, por el contrario, la lentitud es necesaria. Amorosamente, Cecilia.
"Un poquito de ADAGIO nos ayuda a recapacitar sobre lo que estamos haciendo en el momento y también nos ayuda a ver si hemos cometido algún error" Nerea Díaz, 2º de la ESO