"¿Para qué tocar?, ¿quién la escucharía? Como nunca podría, con un traje de terciopelo de manga corta, en un piano de Erard, en un concierto, tocando con sus dedos ligeros las teclas de marfil, sentir como una brisa circular a su alrededor como un murmullo de éxtasis, no valía la pena aburrirse estudiando." (1)
En su momento no lo entendí. Al día de hoy, he llegado a comprender hasta que punto lo que no se comparte termina por aburrirnos, hastiarnos. El arte, el amor, la palabra, incluso el pensamiento… florecen cuando hay un "otro" que los acoge. De lo contrario, lo que antes brillaba se apaga.
Así, todos los años, con la llegada de la primavera, organizo un concierto en el que desde mis alumnos más pequeños hasta los que están acabando Bachillerato se reúnen alrededor del piano y cantan y tocan para toda la comunidad educativa. Crear espacios donde el arte y la educación convergen, permitiendo que los estudiantes expresen sus emociones y habilidades es una forma de apoyar su vocación artística y de dar forma a su sueño de ser escuchados, de ser vistos, de que su sensibilidad importe en un mundo que no siempre les brinda ese espacio. Si estudias o trabajas en "el prado" te invito a pasarte el próximo jueves 10 de abril a las 11:30 por la biblioteca de nuestro centro. Es uno de los grandes momentos del curso. Un fuerte abrazo.
1) Gustave Flaubert, Madame Bovary. La traducción de Germán Palacios que se cita aquí proviene de la edición de Cátedra, Letras Universales, Madrid, 1993, pág 139.
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