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sábado, 29 de marzo de 2025

UNA CONVERSACIÓN CON CHAT GPT

 

1)
Al hilo de mis reflexiones sobre los personajes de Andrea y Albertine (ver entrada anterior) se me ocurrió compartir el debate con la Inteligencia Artificial (ChatGPT). Este fue el resultado:

"Chat GPT: ¿Tienes con otras novelas o personajes esta misma sensación de que los personajes más sutiles y generosos quedan en la sombra frente a los más tempestuosos?

Cecilia: Sí, pasa en Ana Karenina. Vronski deja a Kitty, que es dulce, fiel y estable, por la intensidad de Ana, quien representa la pasión desbordante, el riesgo, el drama. Kitty, al principio, sufre muchísimo, pero luego encuentra la felicidad con Levin, quien sí valora su ternura y profundidad emocional. 

Chat GPT: ¡Exacto! En Ana KareninaBronski deja a su prometida por Ana. Es como si en la literatura (y en la vida) muchas veces los personajes fueran atraídos por aquello que los consume en lugar de aquello que los cuida. La historia de Ana y Vronski es una tragedia precisamente porque está impulsada por un deseo irrefrenable y por la imposibilidad de encontrar un equilibrio. Mientras tanto, Kitty y Levin logran construir una relación basada en la comprensión mutua y el amor sereno. Es un contraste similar al de Albertine y Andrea en A la sombra de las muchachas en flor.

¿Por qué crees que nos siguen fascinando más las historias de amor tormentoso que las de amor tranquilo?

Cecilia: porque en nuestro corazón libramos las mismas batallas que los personajes de esas novelas."

Un fuerte abrazo y ¡no dejéis de participar en la conversación si os aperece! Hasta la próxima semana.

1) Retrato de mujer joven, Francia, Siglo XIX, en Pamono

sábado, 22 de marzo de 2025

ANDREA y la delicadeza

 

1)

"A la sombra de las muchachas en flor", segundo volumen de "En busca del tiempo perdido", transcurre en una villa costera donde el protagonista, trasunto del propio Proust, se siente fascinado por unas jovencitas que pasean junto al mar. Sabemos que se enamorará finalmente de Albertine, pero a mí me gusta mucho más su amistad con Andrea, tan delicada. Es revelador el momento del espino blanco: "de pronto, al ir por el caminito, en hondonada, me paré, herido en el corazón por un recuerdo de niñez (...) En torno mío flotaba una atmósfera de añojos meses de María, de tardes dominicales, de creencias y errores dados al olvido. Quería apoderarme de esa atmósfera. Me paré un segundo y Andrea, por encantadora adivinación, me dejó hablar un momento con las hojas del arbusto". (2)

Esa capacidad de Andrea de callar a tiempo, de dejar espacio a su acompañante, es descrita más adelante como una de sus mejores cualidades. "tenía siempre alguna delicadeza: encontrar la mirada, la palabra o la acción que más ingeniosamente podían agradar, callarse una observación que pudiese ser penosa, sacrificar (sin que pareciera sacrificio) una hora de juego o hasta una reunión o una garden-party, por quedarse con una amiga o amigo preocupados (...) En lo que a mí se refería, ella era la única de las muchachas que no viniera a contarme alguna cosa desagradable que hubiesen dicho de mí, y si era yo el que lo contaba, hacía como que no lo creía o daba una explicación de la cosa que le quitaba su carácter ofensivo. El conjunto de estas cualidades es lo que se llama tacto" (3)

Las cualidades de Andrea me parecen excepcionales dentro del universo proustiano. Su tacto y su discreción la hacen única entre las muchachas en flor, que en general se presentan más frívolas o indiferentes. Andrea posee una inteligencia emocional que le permite percibir los estados de ánimo del narrador sin necesidad de grandes declaraciones. Su capacidad para callar a tiempo, para amortiguar lo desagradable y para priorizar el bienestar del otro sin que parezca un sacrificio es una muestra de una generosidad rara en la novela donde el mismo protagonista es tan voluble y quejica. Sin embargo, el protagonista prefiere a la misteriosa Albertine, que es capaz del invitarle a su dormitorio para luego rechazarle. Es esta una tendencia que se repite tanto en la literatura como en la vida real. A menudo, las personas con una presencia más magnética, con un aire de misterio o incluso con cierta dificultad emocional, resultan más fascinantes que aquellas que, como Andrea, ofrecen una compañía serena y desinteresada. El deseo y la obsesión suelen surgir más de la incertidumbre y el desafío que de la estabilidad y la ternura.

Sin embargo, para ser realmente felices deberíamos preferir la compañía de personas como Andrea. O, mejor aún, ser nosotros mismos más como ella y menos como Albertine. "Albertine hubiese sido incapaz de los mil refinamientos de bondad que tenía Andrea". Pues ya está dicho todo. 

1) Eleanor, 1901, Frank Weston Benson, Providence, Museum of Art

2)  Marcel Proust, "A la sombra de las muchachas en flor", pág 606. Biblioteca Proust, Alianza, Madrid, 1998.

3) Marcel Proust, "A la sombra de las muchachas en flor", págs 607-608. Biblioteca Proust, Alianza, Madrid, 1998.

domingo, 16 de marzo de 2025

PROUST Y LAS ARTES

 

1)

La exposición "Proust y las artes" en el museo Thyssen de Madrid es una de esas citas a las que todo amante de lo refinado y lo bello debe acudir (2) Aunque la lectura de "En busca del tiempo perdido" es ardua, somos muchos los que tenemos todos los tomos de esta inmensa novela y aspiramos a leerla entera alguna vez. Y así, con la esperanza de comprender mejor el mundo de Guermantes caminaba yo ayer sábado hacia el museo con un ojo en las nubes por si continuaba lloviendo como en días anteriores. Ya en el interior me encontré  con el cuadro que había comentado aquí hace un mes, el de las calles mojadas de París de Camille Pisarro (3) No recordaba que formaba parte de la colección Thyssen y a la sorpresa inicial siguió un diálogo interno con los diminutos personajes del cuadro, apenas perceptibles en las reproducciones como la que dejo aquí. Ellos eran yo unos momentos antes.


3)

Después, todo fueron emociones intensas ante los retratos del escritor y sus amigos, de los cuadros y grabados que contempló, de la música que escuchó, del París que conoció: esas costas francesas llenas de encanto, ese París bullicioso como una botella de champán. Todavía existe. En la última sala, la de la despedida, mientras sonaba la música de César Frank se me saltaban las lágrimas de una manera dulce y sin estremecimiento. "El arte puede capturar la esencia de la existencia" (4) El tiempo ido, el tiempo recobrado. He empezado a leer de nuevo a Proust. Ya os contaré.


1) Paul-César Helleu Mujer joven con sombrilla en un embarcadero (c. 1900)  París, Musée des Arts décoratifs, actualmente expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, exposición "Proust y las Artes"

2) Proust y las artes

3) Camille Pisarro Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia (c. 1897)

Madrid, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.


4) Proust y las artes, Guía dicáctica nº 40, pág 8. Ed. museo nacional Thyssen-Bornemisza.

domingo, 9 de marzo de 2025

Qué tontos los que no se detienen

 "En Argentina es raro darle el paso al peatón. Y por eso lo hago. Cuando voy en el coche, me detengo paciente y la gente agradece. Agradece con la mano, o con la palabra, o con la sonrisa. Yo asiento desde mi butaca y me llevo ese regalo injusto, pero regalo al fin. Hoy, una madre con su niña, que llevaba en su espalda una mochila con dos orejas de perro anidadas, me agradeció desde la senda peatonal, y la pequeña repitió el gesto. Movió su manita hacia mí y me sonrió. Entonces volví de mi día gris un poco más contento a mi cas y pensé: qué tontos los que no se detienen. Ellos ganan diez segundos, yo gano mucho más" (1)



1) Andrés Pescuno. Buenos Aires (Argentina) Cartas a la directora, El País, pág 12, viernes 7 de marzo de 2025.

domingo, 23 de febrero de 2025

Tan callando, Antonio Muñoz Molina

 "A veces uno necesita el silencio como necesita un asmático un aire fresco y limpio que le inunde los pulmones. Una mañana de ese febrero soleado he viajado varias horas hacia el norte para sumergirme durante dos días enteros en un retiro de silencio, en una casa monástica pero no penitencial en una ladera que dominaba un valle atravesado por el fragor de un torrente, cerca del antiguo molino que aprovechaba la fuerza de esas aguas, y de una colina por la que un sendero alfombrado de musgo muy espeso ascendía hasta una ermita, en medio de un bosque de hayas y robles todavía con la desnudez del invierno, aunque en las praderas de hierba jugosa ya había estallado una policromía de pequeñas flores silvestres.

Del amanecer a la noche, durante esos dos días, he vivido entre un grupo numeroso de personas que permanecían tan en silencio como yo, compartiendo tareas y comidas, sin decir nada, sin necesidad de decir nada, pero unidos en una comunidad en la que cada uno tenía una presencia tan singular como los árboles del bosque (...) No nos hacía falta conocer opiniones o afinidades para sentir una fraternidad sin palabras" (1)


La ha quedado a Muñoz Molina un artículo precioso en el que, con su prosa fácil y precisa, pone de manifiesto el rigor quirúrgico con que percibe la realidad cuando toma algo de distancia. En un par de días "al norte", lejos de la dispersión del ruido y de la comunicación constante, emerge una forma de estar en el mundo más auténtica, basada en la presencia y la atención. En el silencio el pensamiento se asienta, la creatividad se regenera y la mirada se vuelve más aguda. Esto no es nuevo. Desde la pintura hasta la escritura y la música, muchos artistas han encontrado en el retiro y el silencio un punto de inflexión en su obra. Y no estamos hablando sólo de sonidos, sino de esa fraternidad entre humanos que que tanta falta nos hace. ¿Probamos?

 ¡Feliz domingo!


1) Las otras vidas, Antonio Muñoz Molina, El País, Opinión, pág 13 sábado 22 de febrero de 2025 Localizar en

2) Imagen "Paisaje fluvial con molino", Per Wickenberg, 1839 (galería privada) 

domingo, 16 de febrero de 2025

Saborear dos cuadros más.

Siguiendo con el ejercicio de la semana anterior (si no leiste la entrada, te recomiendo que lo hagas ahora) nos toca hoy centrarnos en dos cuadros sin figuras protagonistas.




En Lluvia en la Rue Saint-Honoré, Pissarro nos muestra un día lluvioso en París con su característico uso de la luz y la atmósfera. No hay una narrativa explícita pero la pintura captura la sensación de estar en la calle, viendo la lluvia brillar en los adoquines, en el asfalto que es casi un espejo, en los reflejos de los elementos urbanos. Es un instante de quietud en medio de la vida urbana, que nos invita a disfrutar de la textura del agua y de la melancolía de la escena. Este tipo de savoring se acerca a la apreciación estética del entorno, el placer de participar en la contemplación de una de esas tardes que a veces nos cogen por sorpresa, sin paraguas a mano ni falta que hace. Una de esas tardes de lluvia fina que empapan lentamente, "orballando" que dicen los gallegos.



Por otro lado, Impresión, sol naciente de Monet es aún más etérea. Aquí, el disfrute se centra en la percepción pura: la luz del sol filtrándose en el cielo brumoso, los reflejos de los barcos en el agua, la calma de la escena portuaria. No se trata solo de lo que se ve, sino de lo que se siente al contemplarlo. 

Ambas pinturas nos recuerdan que el simple acto de mirar la lluvia o un amanecer puede ser suficiente para conectar con el presente y encontrar belleza en lo cotidiano. Los impresionistas nos enseñan una nueva forma de percibir el mundo: con más atención, sensibilidad y disfrute del instante. Es como si nos recordaran que la belleza está ahí, en lo efímero, en la luz que cambia, en los reflejos en el agua o en el sonido de la lluvia. Su arte es casi una invitación a practicar mindfulness antes de que el término existiera. Al detenernos frente a sus cuadros, nos obligan a mirar más allá de lo obvio, a notar los matices, las vibraciones del color, la sensación de movimiento o quietud. Es una manera de entrenar la mirada para apreciar el presente con más profundidad.

Este mes de febrero en que al pasear ya se percibe la anticipación de la primavera porque los almendros preparan su entrada en escena y los pájaros cantan con menos timidez es, de verdad, un momento perfecto para entrenar nuestra capacidad de ser felices. ¡Adelante!

domingo, 9 de febrero de 2025

Saborear (Savoring)

 El concepto de savoring en la psicología positiva (1) se refiere a la capacidad del ser humano para reconocer, apreciar y potenciar las experiencias positivas. Este enfoque implica una atención consciente y deliberada en los momentos placenteros con el objetivo de intensificar y prolongar las emociones positivas. Los profesores Bryant y Veroff identifican tres formas principales de savoring:

  • Anticipación: disfrutar de la expectativa de una experiencia positiva futura.
  • Saboreo del momento presente: estar plenamente consciente y comprometido con la experiencia.
  • Rememoración: revivir y apreciar experiencias positivas pasadas a través del recuerdo.

Estas prácticas están diseñadas para ayudar a las personas a gestionar y aumentar sus emociones positivas, contribuyendo así a un mayor bienestar psicológico.

Os propongo que, durante algunas semanas, entrenemos nuestra capacidad de "saborear"  a través de una obra de arte, un pasaje musical o un libro. Empezaré, cómo no, con los impresionistas. Creo que han sido los grandes maestros de la "captura del instante". Instantes que, como veremos, no son grandiosos ni trascendentales. Muestran calles lluviosas, pícnics, parques y jardines, teatros, baños, galerías comerciales. Placeres sencillos a los que todos tenemos acceso.


En Le Moulin de la Galette, Renoir retrata a la gente bailando, conversando y disfrutando de una tarde soleada en Montmartre. Más que un simple retrato de una reunión social la pintura transmite la sensación de estar ahí, sumergido en la calidez del momento. Es como si Renoir nos invitara a saborear esa escena con los personajes, a sentir el murmullo de la conversación y de la música. La gente se da la mano, se abraza. Nadie ríe a carcajadas. Renoir se detiene en el bienestar tranquilo de una tarde de verbena entre amigos.



Por otro lado, Mujer con parasol de Monet produce una sensación más íntima y contemplativa. El viento mueve el vestido y el césped, y todo sugiere la fugacidad del instante perfecto. Es un cuadro que evoca el disfrute silencioso de un paseo al aire libre, la conexión con la naturaleza y el goce de lo efímero, algo muy cercano a la práctica de estar plenamente presente en el aquí y ahora.

Ambas pinturas representan dos formas de savoring: la primera, más social y vibrante, disfrutando de la compañía y la alegría colectiva; la segunda, más introspectiva y sensorial. 

Ambas pinturas nos recuerdan que saborear la vida no requiere de grandes emociones. Aún mejor: que las grandes emociones pueden encontrarse en momentos cotidianos como el paseo por el campo o el encuentro entre amigos. 

¡Feliz semana!


1)Bryant, F. B., & Veroff, J. Savoring: A New Model of Positive Experience Psychology Press; N.º 1 edición (30 junio 2006)  Este libro ofrece un análisis detallado del concepto de savoring, sus diferentes formas y cómo se relaciona con otros constructos psicológicos como el afecto positivo, la inteligencia emocional, el flujo (flow) y la meditación. Puedes leer el comienzo aquí.Savoring, leer muestra