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sábado, 13 de diciembre de 2025

EL BUEN PROFESOR (II)

 



"No sé si soy buena profesora. Lo que sí sé es que soy humana. Siento, me emociono, me agobio, me enojo, me frustro,  reflexiono, medito, busco alternativas, me motivo, tomo aire y nuevas fuerzas, me reciclo y me reorganizo... para nuevamente emocionarme con mi trabajo, con mis alumnos, pero sobre todo, conmigo misma, por mí, porque amo mi profesión.

Sonia Ortega, profesora de Lengua (Imagen creada por ChatGPT)

            Querida Sonia: dudar, sentir, agotarse, repensarse y volver a intentarlo es la única forma honrada y responsable de ejercer el rol docente. Nuestra labor como profesores se sostiene en la reflexión permanente, en la revisión de las propias prácticas, en la búsqueda de alternativas que nos permitan seguir enseñando con ilusión. Esa capacidad de mirarse críticamente, de reorganizarse, de volver a comprometerse con el trabajo y con uno mismo es, a mi entender, una de las expresiones más claras de profesionalidad y vocación. Muchas gracias por tu comentario.  Y a todos vosotros, mis lectores 



sábado, 29 de noviembre de 2025

EL BUEN PROFESOR

 

1)



Cae en mis manos un libro curioso, fechado en 1982 y traducido al español en 1988. Se titula "Uno más en la lista de clase" (2) y para tener más de cuarenta años ha aguantado bien el paso del tiempo. Trata de un grupo de adolescentes que logran matricular en su clase a un alumno inexistente al que convierten en vengador de las supuestas "injusticias" de las que son objeto por parte de los profesores. La lista de acusaciones que el grupo elabora para justificar sus bromas y burlas no deja de ser interesante para cualquiera que pretenda enseñar en un aula, especialmente si sus oyentes tienen catorce o quince años. La copio aquí por si os sirve. 
"Nosotros protestamos: 
Contra todos los profesores que dan clases aburridas y sin interés alguno
que no se las preparan
que lo único que piden es empollar
que trabajan a base de broncas y ejercen presión sobre nosotros
que nos tratan como a niños pequeños, siendo ellos mismos débiles e inseguros
que no soportan y ni siquiera aceptan crítica alguna
que no tienen ningún sentido del humor
que traen a los alumnos por el camino de la amargura, los juzgan y los condenan..." (3)

Me parece una lista sorprendentemente moderna. Incluso en sus exageraciones revela una verdad que no siempre captamos. Si al alumno el aula le parece hostil su juicio al profesorado se vuelve implacable.
La enumeración da pistas muy útiles para cualquier docente. No importa sólo lo que se enseña sino cómo y desde dónde se hace. Aceptar las críticas (nosotros les juzgamos constantemente), reirnos con ellos, hacernos entender, no etiquetarles son maneras de acompañarles mucho más funcionales que los suspensos y los enfados. Y si tú, querido profesor, al leerme has pensado algo así como "ya pero es que ellos son maleducados, egoístas, vagos..." ¡vuelve a leer la lista! 
Un fuerte abrazo.


1) Foto, de izda a derecha: Cecilia, Mar y Sonia, tres profes con mucho sentido del humor.
2) Otti Pfeiffer, "Uno más en la lista de clase", Ed. Salvat/Alfaguara, Barcelona, 1988 
3) Páginas 1067107 de la obra citada.

domingo, 23 de noviembre de 2025

HABLAN LOS ÁRBOLES

 


"-Yo no soy el fuerte roble con el que acabas de conversar, sino simplemente un joven olmo que ha nacido y crecido a salvo de los vientos y las lluvias, donde el bosque es más espeso e impenetrable. 

Nosotros lo sabemos todo: el viento y los pájaros nos traen las noticias del mundo y nuestros mensajes están escritos en las hojas (...)

Si quieres depositar tu confianza en nosotros, nunca te sentirás desilusionada. Pase lo que pase, continúa sorprendiéndote, maravillándote. Seguir experimentando estos sentimientos significa saborear la belleza de las pequeñas cosas, ver la respiración de la creación en una hoja. Vivir asombrado es descubrir nuevas posibilidades de vida, y mantenerse siempre joven. Cuando ya no conseguimos maravillarnos por nada, nos invade la tristeza. " 

Así habla el árbol a Marta, personaje central en la novela de Romano Battaglia "El buscador de sueños" (1) A través de la voz del árbol, Battaglia plantea una pedagogía del asombro, donde la sensibilidad hacia la belleza del mundo natural se erige como vía para acceder a un sentido más pleno de la existencia. No hace falta vivir en medio de un bosque para experimentar ese asombro. 

Mi calle está sembrada de hojas doradas desde hace días, y toca barrer casi a diario para que la puerta del garaje  no se atasque. Hay un vecino que lo llama "el castigo". A mí me parece una suerte vivir en un lugar arbolado. Muchos pájaros han iniciado el vuelo en bandadas hacia lugares cálidos. Los que se quedan nos visitan a diario. También se pasea arrogante un gato negro, salvaje e indómito, al que tenemos mucho afecto. Aguantan las aromáticas pero la tierra se ha llenado de una pelusilla parecida al musgo que anuncia la navidad. El crujido de las ramas, el roce del viento, es más nítido. Envuelta en una suave manta, rodeada del amor de mi familia, me parece que ese sueño del que habla Battaglia no es tan difícil de encontrar. Feliz domingo.

1) Páginas 79-80 de Romano Battaglia, El buscador de sueños  (la favola di un sogno, trad. Teresa Clavel revisada por Cecilia Gallego) Barcelona, RBA, 2005.

domingo, 16 de noviembre de 2025

LUIS MARTÍN, IN MEMORIAM

 

 

Esta ha sido una de esas semanas exigentes, que no te dejan respiro. Empezó por estropearse el coche, y hubo que llamar a la grúa. Pero me consolé pensando "eso pasa por tener coche". Me sentí mejor.

Luego recibí el parte de baja de mi empleada del hogar, y había que gestionarlo. Igualmente pensé: "qué suerte contar con ella". También me sentí mejor.

A mediados de semana me tocó hablar con la Agencia Tributaria, y finalmente ir en persona a una sede cercana ya que me deben dinero y no logro cobrarlo. "Bueno"-pensé- "eso pasa cuando a uno le tiene que llegar un dinerillo". Tan contenta.

El viernes nos escribió el director del centro para contarnos que Luis Martín, que fuera compañero nuestro del Prado y un gran músico, había fallecido (1). Qué tristeza sentí. De nuevo, intenté recurrir a la fórmula mágica: "eso pasa cuando se tienen amigos, eso pasa cuando conoces gente que merece la pena, eso pasa porque tienes compañeros..."  Da igual lo que me diga a mí misma. no logro consolarme.

Porque nos pasa de todo, pero no todo es relevante. Saber que alguien a quien quisiste mucho no volverá es una de esas cosas que de verdad importan , y ahí sí que toca estar triste.

1) Fallece Luis Martín, cofundador del Nuevo Mester de Juglaría.


sábado, 8 de noviembre de 2025

EL Retiro en otoño.

 


Así habla Aurora Lezcano, marquesa de O´Reilly, del madrileño parque del Retiro en uno de esos viejos libros que sólo encuentras por casualidad en las casetas de la cuesta de Moyano (1)

    "Creo que es un síntoma gravísimo, en una ciudad de casi tres millones de habitantes, que no haya tiempo para -siquiera alguna vez- pasear por un parque de la belleza del Retiro. De mirar los brotes tiernos, haciendo una pausa en nuestra prisa enfermiza, o gozar de la belleza de las rosas, olvidando nuestros negocios por unos instantes, o no pensando en la política y sus problemas, pisando despacio las hojas otoñales, admirando los oros de un crepúsculo de octubre... Pobre del que no tiene tiempo -no busca el tiempo- de levantar los ojos al cielo entre los árboles o mirar las estrellas en la noche. En verdad que es digno de lástima. Se ha convertido en un esclavo del tiempo" (2)

¿Qué hubiera pensado esta señora si hubiera conocido el Madrid de hoy en día? 

Observaría a la mayor parte de la gente móvil en mano, pendiente de un  rumor invisible y lejano. Amigos sentados uno junto a otro pero sin hablarse, niños tratando de atraer la atención de un adulto enfrascado en un video o en un chat online, corredores con auriculares en los oídos, desapegados del rumor del viento, de los pájaros, de la vida alrededor. 

También es posible que encontrara esperanza. Aún hay parejas que se miran a los ojos, y chiquitines que gritan alborozados por los paseos. Pero si no estás enamorado o si no eres un niño, tendrás que hacer un  esfuerzo áún mayor que el que pedía la marquesa hace cincuenta años para, simplemente, ir pisando despacio las hojas o mirar las nubes.

2) Aurora Lezcano, Madrid, sus cosas y sus gentes, Editorial Prensa Española, Madrid, 1973. Pág 85.

domingo, 26 de octubre de 2025

35 KILOS DE ESPERANZA

 

Gregorio Dubosc odia el colegio. Está en sexto y ya ha repetido dos veces. Sus padres no le entienden, y discuten mucho entre ellos. Su abuelo León, con quien pasa muchos ratos, es la única persona con la que se siente a gusto. Cuando el anciano enferma, una especie de pensamiento mágico se apodera de Gregorio. Si se esfuerza lo suficiente, su abuelo se curará. Poco a poco, su comportamiento y actitud en clase se modifican, y la impresión que causa a los demás también. El momento crucial tiene lugar en  el gimnasio. Como suele ser un desastre en Educación Física, deja a todos con la boca abierta cuando se propone ascender por la cuerda de nudos. El libro está escrito en primera persona. He aquí cómo lo cuenta el protagonista:

"Cuarto nudo, quinto nudo.Iba a caerme. Era demasiado duro. No podía más. Gruñí y apoyé los pies. Nada, no podía. Iba a soltarme cuando me dí cuenta que los compañeros de clase, en círculo, me observaban abajo. Uno de ellos gritó:
- ¡Vamos, Dubosc, que tú puedes!
Lo intenté una vez más. Gotas de sudor me nublaban la vista. Mis manos ardían.
- ¡Dubosc!¡Dubosc!¡Dubosc!
Mis compañeros me jaleaban para sostenerme. 
Séptimo nudo. Iba a fallar. Sentía que me desmayaba.
Abajo, los colegas cantaban como en una película..." (1)

He contado esta historia en una de esos grupos difíciles en los que nadie hace nada. Me pareció que la entendían. Les pedí que pensaran en alguien importante para ellos. "Hoy vamos a esforzarnos por amor".
La clase discurrió con mucha más calidez y concentración que de costumbre, sin resoplidos ni regañinas. Hicimos música. Algunos se acercaron al final para preguntar tímidamente: "¿Lo hemos hecho bien, profe?"

1) Anna Gavalda, 35 kilos d´espoir. Bayard Jeunesse, Montrouge, France, 2009. Traducción págs 105-106 de Cecilia Gallego de Torres

sábado, 18 de octubre de 2025

El malestar de lo que importa

    Si me seguís desde hace semanas sabéis a lo que me refiero con "el malestar de lo que importa" (1) Comprometerse con un objetivo (aprender un idioma, escribir un libro, hacer ejercicio) provoca emociones que, en muchos casos, no son nada agradables. Una de ellas es el aburrimiento. Los progresos son lentos y nos parece quedar atrapados en el famoso día de la marmota (2). En aquella película el protagonista, obligado a repetir el mismo día una y otra vez, terminaba por hablar francés y tocar el piano, pero ¡también intentaba quitarse la vida varias veces! La repetición sistemática de una actividad, por muy apasionante que sea en inicio, termina por desesperarnos.

Otro problema no menor es el ansia de perfección. Las aficiones plantean un reto a la cultura de la productividad, pues raras veces acabamos siendo excepcionales en aquello que hacemos. Entonces, ¿para qué lo hacemos? Hay muchas maneras de responder a esta pregunta, pero Burkeman elige una muy bella. Nos habla de la libertad de ir tras lo inútil. Los resultados no lo son todo. Es más importante la paciencia y la humildad necesarias para perseverar en nuestros objetivos. En esto se alinea con Murakami, el escritor japonés que en su libro "De qué hablo cuando hablo de correr" lo expresaba así: 

"Mi nivel es extremadamente corriente (por no decir mediocre, un término quizás más adecuado). Pero eso no es en absoluto importante. Lo importante es ir superándose, aunque sólo sea un poco, con respecto al día anterior. Porque si hay un contrincante al que debes vencer en una carrera de larga distancia, ese no es otro que tú ayer" (3)


Yo tuve un padre músico que me lo inculcó de la siguiente forma. Respecto al piano decía que siempre es mejor interpretar uno la obra, aunque no sea en la mejor versión posible, que escuchar la interpretación magistral de otra persona. 


1) Oliver Burkeman, Cuatro mil semanas. Gestión del tiempo para mortales. Barcelona, Planeta, 2022.
3) Pág. 24 en Haruki Murakami, De qué hablo cuando hablo de correr. Barcelona, Tusquets, 19ª ed. Mayo 2019.