
Es cierto que el libro es de una simpleza apabullante pero tiene su encanto y hay momentos muy tiernos. Os cuento de qué va.
Christine, una enfermera de treinta y siete años, vive obsesionada con su aspecto y con sus relaciones fracasadas. El personaje se me asemeja a la divertidísima Bridget Jones pero sin contar calorías y con otra clase de amigos. De hecho, es con la aparición de Dios en una Harley (tal cual) como Christine descubre que su infelicidad proviene de la forma en que piensa sobre sí misma. He aquí una página muy bonita:
"¡Tantas penalidades! ¡Tanto amor no correspondido en relaciones anteriores! Lo absurdo de todo aquello se extendía ante mi vista con absoluta claridad. Lo único que tenía que hacer era verme a mí misma tal y como era, quererme por lo que era, y luego simplemente compartir ese amor. Que me correspondieran o no, poco importaba. Lo que contaba era sentir algo auténtico, querer de verdad sin necesidad de recibir algo a cambio. ¿Por qué no lo había comprendido años atrás? ¡Cuánto dolor me hubiera ahorrado!" (3)
Esa epifanía sobre cómo la protagonista ha vivido esperando el amor resume con una claridad conmovedora cómo la baja autoestima puede marcar toda una vida. Lo más triste quizá es el lamento sincero por el tiempo perdido, ese “¡cuánto dolor me hubiera ahorrado!”.
Joan Brady, a través de Christine y su encuentro con un “Dios” inesperado, transmite una verdad universal: la felicidad y la paz comienzan por dentro. Y cuando nuestro interior se calma, muchas cosas que parecían complicadas se tornan simples.
Si os parece, seguimos el próxImo domingo. Hasta ese momento, no dejéis de hablaros con mucho cariño. Un abrazo.
1) Joan Brady, Dios vuelve en una Harley. RBA, Barcelona, 2006.
2) Leído en maruxinha1983
3) Pág 106 del libro citado
No hay comentarios:
Publicar un comentario