En la vida ocurre igual. Me siento domingo tras domingo a "improvisar" una entrada para este diccionario, y nunca sé muy bien de qué voy a hablar. Sin embargo, hay un plan general que me sirve de guía (las letras del alfabeto), un motivo conductor (la música y las emociones) y el firme propósito de no abandonar. Sin condiciones previas, marco de actuación y objetivos no hay improvisación posible.
A menudo tenemos la sensación de que otras personas se desenvuelven mejor que nosotros ofreciendo respuestas inesperadas donde los demás sólo vemos un callejón sin salida. Nos deslumbra el momento en que el buen nadador alcanza la meta sin esfuerzo, la facilidad con que el patinador se desliza sobre el hielo, el ingenio del trompetista que responde al piano sin partitura. En las películas de médicos, aparece con frecuencia el cirujano que en plena operación cambia la hoja de ruta y por caminos inesperados salva la vida al paciente. Yo personalmente siento una fuerte inclinación hacia el profe que da la clase sin libro, sin apuntes, que es capaz de instruir dando la sensación de charla entre amigos. Nada de esto existiría sin preparación.
La improvisación es maravillosa, pero solo cuando minimiza el riesgo de un mal resultado. Un músico necesita estudiar durante años para improvisar sin resultar disonante. En las numerosas ocasiones en que nos vemos obligados a tomar decisiones sobre la marcha nos va a pasar lo mismo. Los conocimientos adquiridos, las destrezas y habilidades automatizadas hasta el inconsciente nos permiten salir del paso con la gracia de un bailarín profesional que "improvisa" unos pasos en la boda de un amigo. Las soluciones más fiables aparecen cuando nos hemos preparado a fondo. Sólo entonces improvisar es una opción. Lo expresó muy bien Picasso cuando dijo que a él la inspiración siempre le pillaba trabajando.
El ser humano es capaz de aprender de los errores que comete. De hecho, tendemos a recordar mucho más situaciones en las que fallamos y nos equivocamos a aquellas en las que hacemos algo de manera correcta. Esto mismo es lo que pasa con los músicos cuando improvisan una melodía: consciente o inconscientemente piensan en cosas que ya saben, en errores anteriores, para no volver a cometerlos, y al tener tanto esfuerzo y sacrificio detrás saben cómo hacerlo. Diamante, 4º ESO.