En el excelente ensayo "Cuatro mil semanas. Gestión del tiempo para mortales"(1), el periodista y escritor Oliver Burkeman nos obliga a reflexionar sobre nuestra relación con una agenda saturada, con las listas de tareas pendientes, con la forma en que entendemos que un día es o no "productivo" y en definitiva con la manera en que nos organizamos con la ilusión de que podemos hacerlo todo.
Ni podemos hacerlo todo, ni podemos hacerlo todo bien nos alerta Burkeman. Es más, esa falsa ilusión nos lleva a estar sistemáticamente más ocupados, más aislados de los demás, más distraídos y más infelices.
Si nuestro paso sobre la tierra no va más allá, siendo optimistas, de las 4.000 semanas del título, ¿no merece la pena reflexionar sobre qué estamos haciendo realmente con nuestro tiempo?
En las próximas semanas iré desvelando algunas de las ideas del libro, pero hoy me detengo en las primeras páginas. Si aceptamos que la vida tiene sus límites, asumamos desde ya compromisos irreversibles, que al final son los que generan mayor satisfacción. Pongo un ejemplo de mi propia cosecha: si decido que tocar el piano es muy importante para mí, y que debo dedicarle una hora diaria, estoy dejando de lado todas las otras posibles maneras de emplear ese tiempo. Al determinar la prioridad y atarme a ella sin reservas estoy más centrado, más seguro de mí mismo, y definitivamente menos distraído.
Así que esta semana os dejo elegir un objetivo "esencial" (hacer ejercicio, aprender inglés etc) y la semana que viene nos encontraremos aquí para hablar de la problemática que genera un compromiso de este tipo.
Sólo os digo que hace ya casi diez años que decidí escribir este blog y mira... esta es la entrada número 300. Perseverar es siempre complicado, y por lo mismo es lo que más satisfacción produce. Feliz semana.
1) Oliver Burkeman, Cuatro mil semanas. Gestión del tiempo para mortales. Barcelona, Planeta, 2022.
Créditos ilustraciones Imagen reloj
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