
El verbo empleado para describir la acción de hacer música es precisamente "tocar" ya que la presión, dureza y textura del instrumento explica cómo se está comportando el sonido. Por otra parte, al anotar la música en pentagramas, el sentido de la vista nos permite leer música y corregir lo que está escrito. Puede leerse una partitura al igual que se leen libros. Es nuestro cerebro el que, al descifrar los signos, pone voz al narrador y a los personajes. Por cierto, que si se ha perdido el sentido de la vista se puede, de nuevo, recurrir a la lectura por tacto que inventó el músico ciego Louis Braille.
De la interacción entre sabores y sonidos hay evidencias cognitivas. Ciertas música nos parece "dulce" y otra la percibimos como "amarga". Los músicos no ignoran estas asociaciones y las emplean para elaborar partituras que expresan esos mismos "gustos".
Finalmente, recordemos aquí que todo perfume tiene "notas": ligeras o de salida, medias o de corazón, pesadas o de fondo. Forman acordes que pueden ser más o menos consonantes o disonantes, como la misma música. Los anuncios de fragancias y colonias van acompañados de melodías y ritmos que se adaptan al aroma que el posible consumidor no percibe pero sí imagina.
Me diréis: ¿qué nos ha querido contar Cecilia hoy? Pues algo muy importante. Que en la vida no hay que estar pendiente de lo que no tenemos, sino de lo que sí está a nuestra disposición. El cerebro tiene maneras muy bellas de ayudarnos a compensar nuestras carencias. Eso sí, hay que esforzarse en descubrirlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario