Así explica sus emociones Daniel Pennac al relatar cómo, cuando su hijo era pequeño, le leía un cuento antes de dormir.
"Aquel armisticio que seguía al estruendo del día, aquel reencuentro al margen de cualquier contingencia, aquel momento de silencio recogido antes de las primeras palabras del relato, nuestra voz al fin semejante a sí misma, la liturgia de los episodios (...) Sin saberlo, descubríamos una de las funciones esenciales del cuento y, más ampliamente, del arte en general, que consiste en imponer una tregua al combate de los hombres" (1)
Qúe hermosas palabras, y qué ciertas. ¿Para qué sirve la música? me preguntan mis alumnos. ¿Para qué un cuadro, para qué una poesía? Hay miles de formas de explicarlo y al mismo tiempo no se puede explicar, hay que sentirlo, como lo sentía este hombre al finalizar el día sentado al borde de la camita infantil con el libro en las manos. "El amor adquiría allí una voz nueva" escribe. Y ese amor nos llega también a nosotros a traves del relato inspirado en aquel. Como enredadera de jardín, que todo lo atrapa y lo obliga a ascender. El arte nos explica, nos ofrece respuestas, y sobre todo nos permite descansar de nosotros mismos. La detención o suspensión temporal de nuestra eterna lucha contra nosotros mismos, contra los demás, contra el tiempo que todo lo arrebata excepto la memoria de lo que fuimos y la esperanza de lo que podríamos ser. Una tregua. Bendita tregua.
1) Daniel Pennac, Como una novela, pág 31 Anagrama, Col. Argumentos, Barcelona 1993.
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