"Porque, después de todo, vivir (...) tiene sentido sólo en una sinfonía" (1)
El poeta valenciano Jaime Siles resume así el sentido de la existencia, y llega más lejos que muchísimos filósofos. Tonalidades doradas acompañan sus recuerdos de "tantas tardes ya idas", como si describiera un paisaje otoñal. "Experiencias", añade "cantadas y leídas". La vida se vuelve música en el alma de este hombre tan culto y sensible. La vida, que de pronto se ha vuelto recuerdo. ¿Cómo ha podido ocurrir?
Al hacernos mayores, cuando alcanzamos esas edades que a los quince años nos parecía que eran las edades de los viejos (¡cuarenta años, cincuenta!) descubrimos con estupor que la vida no ha terminado, que somos "pobre moneda/en curso todavía". Respiramos, amamos, sentimos como entonces. Pero añadimos el poso del tiempo transcurrido. Tenemos que asumir pérdidas, curar heridas, entender que no todo lo que se ha tenido era para siempre. A cambio, la memoria nos da la oportunidad de valorar lo que en su momento tuvo poca importancia o incluso nos agotaba: recoger a los niños del cole, las navidades en familia cuando aún estábamos todos, preparar las maletas para veranear con los abuelos. Una parte de la obra ya ha sonado, y nos parece más bella ahora que en su momento porque por fin logramos entenderla. Imágenes de lo que fuimos nos sacuden "en ráfagas precisas", y reconocemos los acordes. El oro de los días "vuelve hoy de visita" y nos sabemos la letra, conocemos el ritmo. ¿Oyes esa melodía? Es tu vida, que suena. Aprovecha lo mucho que has aprendido en el camino: no tropieces en el mismo compás, no desafines. Algunas notas te las sabes: donde acertaste, insiste. Rinde homenaje a lo que fuiste siendo perfecto hoy: "y nunca más se ha sido: se está siendo" (2)
1)Jaime Siles, El oro de los días, pág 65 de Poética y Poesía, Nº 15, Fundación Juan March, Madrid, 2007.
2) Jaime Siles, Convento de Las Dueñas, pág 46 de Poética y Poesía, Nº 15, Fundación Juan March, Madrid, 2007.
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