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domingo, 23 de febrero de 2025

Tan callando, Antonio Muñoz Molina

 "A veces uno necesita el silencio como necesita un asmático un aire fresco y limpio que le inunde los pulmones. Una mañana de ese febrero soleado he viajado varias horas hacia el norte para sumergirme durante dos días enteros en un retiro de silencio, en una casa monástica pero no penitencial en una ladera que dominaba un valle atravesado por el fragor de un torrente, cerca del antiguo molino que aprovechaba la fuerza de esas aguas, y de una colina por la que un sendero alfombrado de musgo muy espeso ascendía hasta una ermita, en medio de un bosque de hayas y robles todavía con la desnudez del invierno, aunque en las praderas de hierba jugosa ya había estallado una policromía de pequeñas flores silvestres.

Del amanecer a la noche, durante esos dos días, he vivido entre un grupo numeroso de personas que permanecían tan en silencio como yo, compartiendo tareas y comidas, sin decir nada, sin necesidad de decir nada, pero unidos en una comunidad en la que cada uno tenía una presencia tan singular como los árboles del bosque (...) No nos hacía falta conocer opiniones o afinidades para sentir una fraternidad sin palabras" (1)


La ha quedado a Muñoz Molina un artículo precioso en el que, con su prosa fácil y precisa, pone de manifiesto el rigor quirúrgico con que percibe la realidad cuando toma algo de distancia. En un par de días "al norte", lejos de la dispersión del ruido y de la comunicación constante, emerge una forma de estar en el mundo más auténtica, basada en la presencia y la atención. En el silencio el pensamiento se asienta, la creatividad se regenera y la mirada se vuelve más aguda. Esto no es nuevo. Desde la pintura hasta la escritura y la música, muchos artistas han encontrado en el retiro y el silencio un punto de inflexión en su obra. Y no estamos hablando sólo de sonidos, sino de esa fraternidad entre humanos que que tanta falta nos hace. ¿Probamos?

 ¡Feliz domingo!


1) Las otras vidas, Antonio Muñoz Molina, El País, Opinión, pág 13 sábado 22 de febrero de 2025 Localizar en

2) Imagen "Paisaje fluvial con molino", Per Wickenberg, 1839 (galería privada) 

domingo, 16 de febrero de 2025

Saborear dos cuadros más.

Siguiendo con el ejercicio de la semana anterior (si no leiste la entrada, te recomiendo que lo hagas ahora) nos toca hoy centrarnos en dos cuadros sin figuras protagonistas.




En Lluvia en la Rue Saint-Honoré, Pissarro nos muestra un día lluvioso en París con su característico uso de la luz y la atmósfera. No hay una narrativa explícita pero la pintura captura la sensación de estar en la calle, viendo la lluvia brillar en los adoquines, en el asfalto que es casi un espejo, en los reflejos de los elementos urbanos. Es un instante de quietud en medio de la vida urbana, que nos invita a disfrutar de la textura del agua y de la melancolía de la escena. Este tipo de savoring se acerca a la apreciación estética del entorno, el placer de participar en la contemplación de una de esas tardes que a veces nos cogen por sorpresa, sin paraguas a mano ni falta que hace. Una de esas tardes de lluvia fina que empapan lentamente, "orballando" que dicen los gallegos.



Por otro lado, Impresión, sol naciente de Monet es aún más etérea. Aquí, el disfrute se centra en la percepción pura: la luz del sol filtrándose en el cielo brumoso, los reflejos de los barcos en el agua, la calma de la escena portuaria. No se trata solo de lo que se ve, sino de lo que se siente al contemplarlo. 

Ambas pinturas nos recuerdan que el simple acto de mirar la lluvia o un amanecer puede ser suficiente para conectar con el presente y encontrar belleza en lo cotidiano. Los impresionistas nos enseñan una nueva forma de percibir el mundo: con más atención, sensibilidad y disfrute del instante. Es como si nos recordaran que la belleza está ahí, en lo efímero, en la luz que cambia, en los reflejos en el agua o en el sonido de la lluvia. Su arte es casi una invitación a practicar mindfulness antes de que el término existiera. Al detenernos frente a sus cuadros, nos obligan a mirar más allá de lo obvio, a notar los matices, las vibraciones del color, la sensación de movimiento o quietud. Es una manera de entrenar la mirada para apreciar el presente con más profundidad.

Este mes de febrero en que al pasear ya se percibe la anticipación de la primavera porque los almendros preparan su entrada en escena y los pájaros cantan con menos timidez es, de verdad, un momento perfecto para entrenar nuestra capacidad de ser felices. ¡Adelante!

domingo, 9 de febrero de 2025

Saborear (Savoring)

 El concepto de savoring en la psicología positiva (1) se refiere a la capacidad del ser humano para reconocer, apreciar y potenciar las experiencias positivas. Este enfoque implica una atención consciente y deliberada en los momentos placenteros con el objetivo de intensificar y prolongar las emociones positivas. Los profesores Bryant y Veroff identifican tres formas principales de savoring:

  • Anticipación: disfrutar de la expectativa de una experiencia positiva futura.
  • Saboreo del momento presente: estar plenamente consciente y comprometido con la experiencia.
  • Rememoración: revivir y apreciar experiencias positivas pasadas a través del recuerdo.

Estas prácticas están diseñadas para ayudar a las personas a gestionar y aumentar sus emociones positivas, contribuyendo así a un mayor bienestar psicológico.

Os propongo que, durante algunas semanas, entrenemos nuestra capacidad de "saborear"  a través de una obra de arte, un pasaje musical o un libro. Empezaré, cómo no, con los impresionistas. Creo que han sido los grandes maestros de la "captura del instante". Instantes que, como veremos, no son grandiosos ni trascendentales. Muestran calles lluviosas, pícnics, parques y jardines, teatros, baños, galerías comerciales. Placeres sencillos a los que todos tenemos acceso.


En Le Moulin de la Galette, Renoir retrata a la gente bailando, conversando y disfrutando de una tarde soleada en Montmartre. Más que un simple retrato de una reunión social la pintura transmite la sensación de estar ahí, sumergido en la calidez del momento. Es como si Renoir nos invitara a saborear esa escena con los personajes, a sentir el murmullo de la conversación y de la música. La gente se da la mano, se abraza. Nadie ríe a carcajadas. Renoir se detiene en el bienestar tranquilo de una tarde de verbena entre amigos.



Por otro lado, Mujer con parasol de Monet produce una sensación más íntima y contemplativa. El viento mueve el vestido y el césped, y todo sugiere la fugacidad del instante perfecto. Es un cuadro que evoca el disfrute silencioso de un paseo al aire libre, la conexión con la naturaleza y el goce de lo efímero, algo muy cercano a la práctica de estar plenamente presente en el aquí y ahora.

Ambas pinturas representan dos formas de savoring: la primera, más social y vibrante, disfrutando de la compañía y la alegría colectiva; la segunda, más introspectiva y sensorial. 

Ambas pinturas nos recuerdan que saborear la vida no requiere de grandes emociones. Aún mejor: que las grandes emociones pueden encontrarse en momentos cotidianos como el paseo por el campo o el encuentro entre amigos. 

¡Feliz semana!


1)Bryant, F. B., & Veroff, J. Savoring: A New Model of Positive Experience Psychology Press; N.º 1 edición (30 junio 2006)  Este libro ofrece un análisis detallado del concepto de savoring, sus diferentes formas y cómo se relaciona con otros constructos psicológicos como el afecto positivo, la inteligencia emocional, el flujo (flow) y la meditación. Puedes leer el comienzo aquí.Savoring, leer muestra

sábado, 1 de febrero de 2025

LA NOCHE QUE DESAPARECE

 

He conocido la obra de Djabril Boukhenaïssi (n. 1993 en Francia; vive y trabaja entre París y la región del Perche) a través de una entrevista en la revista Marie Claire del pasado mes de agosto. La revista aún la tengo, por lo mucho que me gustó el reportaje (1)

 

Djabril explora las representaciones de la noche y su simbolismo en la historia del arte occidental. Le preocupa nuestra actual incapacidad para percibir el cielo nocturno, las estrellas. "La noche ha desaparecido", se queja. "Desde el principio de la humanidad siempre hemos vivido con las estrellas. Por primera vez, algunas personas viven toda su vida sin ver ninguna.Y sin embargo, todas estas infraestructuras eléctricas tan sofisticadas son muy frágiles: si se apaga la luz, la oscuridad, las estrellas siguen ahí. No es la noche la que ha desaparecido, sino nuestra capacidad de verla. Por eso pinto estrellas apenas perceptibles en mis cuadros. Están hechas por la ausencia, como pequeños huecos. Hay que acercarse para verlas."

En mi opinión no solo hemos perdido la noche estrellada, sino que hay muchas otras realidades que siguen ahí, invisibles por distintas formas de contaminación: el ruido constante que nos impide escuchar el silencio, la saturación de información que nos hace perder de vista lo esencial, o incluso la manera en que nuestras rutinas nos desconectan de la naturaleza y del paso del tiempo. Todos recordamos la dura pero fascinante experiencia del confinamiento, el rumor del viento, los pájaros... Muchas personas hablaban del sonido de sus propios pasos en calles vacías, del eco de sus pensamientos sin el bullicio habitual. También se redescubrieron los cambios de luz al pasar las horas, los atardeceres sin el velo de la contaminación, el ritmo más pausado de la vida.

Otro aspecto fue el tiempo: sin la prisa de antes, algunos volvieron a notar el aroma del bizcocho recién horneado (harinas y levaduras se agotaban en los supermercados), la textura de los materiales en casa, la sensación del sol en la piel al asomarse a una ventana. Fue un momento extraño, pero nos permitió ver todo aquello que siempre estuvo ahí y que, en la rutina acelerada, pasaba desapercibido. 

La idea de pintar estrellas apenas perceptibles me parece muy valiosa porque nos obliga a detenernos, a acercarnos, a hacer un esfuerzo consciente para ver lo que está oculto.  A veces lo más importante no es lo que brilla con fuerza, sino lo que requiere atención y sensibilidad para ser descubierto. 

1) "Pintando la noche que desaparece", entrevista a Jabril Boukhenaissi en páginas 46 a 49, Marie Claire España, nº441, Agosto 2024