Buscar este blog

domingo, 27 de diciembre de 2020

F DE FIN, DICCIONARIO DE MÚSICA Y EMOCIONES

Veía de pequeña una peli americana (casi todas lo eran) y el cartelito final me horrorizaba: "The End"  dejaba claro que, lo que sea que sucediera después, yo no lo iba a ver.
Aunque la narración se había interrumpido con el "The End", intraducible para mí en aquel entonces, en mi cabeza las aventuras de piratas continuaban, los protagonistas proseguían con sus ocupaciones, Cenicienta tenía algún que otro asunto que resolver con sus hermanastras, y el beso del príncipe era sólo el comienzo de una relación que podía imaginar a mi gusto, faltaría más.
En algún momento supe que "The end" anunciaba un final que congelaba a los protagonistas en un momento concreto de su existencia: cuando ya eran felices, cuando encontraban el tesoro, cuando se reunían con sus seres queridos. Pero aquella impresión infantil nunca se desvaneció del todo, e impregnó para siempre mi visión de la realidad.
Hace unos años una alumna encantadora, que se llamaba Leslie, me escribió un carta de despedida. Se marchaba a su país y pensaba que no iba a volver a España. Leí con emoción lo que tenía que decirme y, por primera vez, me decidí a contestar por escrito a uno de mis estudiantes. Era una respuesta muy personal y afectuosa pero cuando quise entregársela, el sitio que ocupaba Leslie estaba vacío. Se había marchado ya: ¿fin? Me resistía a creerlo y pinché la carta en el corcho de avisos del aula. Estaba escrita. Algún día, de algún modo, la recibiría. Pasaron los meses, me olvidé del asunto, y más de un año después sucedió el milagro. Entré en clase y, como el gigante del cuento de Wilde, tuve que frotarme los ojos, atónita. En uno de los pupitres estaba mi niña sentada, silenciosa, esperando a que yo comenzara. Me dirigí entonces al corcho, cogí la carta que le había escrito y se la di. Sólo estuvo en mi clase unos días más, pero ya veis que nuestro final no estaba escrito. La fe que yo había depositado en ese mensaje se vio recompensada. A veces, sólo hay que tener paciencia. No hay un final hasta que nosotros decidimos que arrojamos la toalla. 
Llegados a este punto no me queda sino desearos un maravilloso 31 de diciembre, que no es por tanto el final de nada, sino un capítulo más de esta existencia azarosa y llena de sorpresas en que consiste la vida. Al menos la mía.

Se acerca el 2021, y queremos que 2020 se vaya de una vez por todas. Estoy deseando que todo vuelva a ser como antes. Esto me recuerda al mito de la caja de Pandora. Dentro de aquella caja se escondían todos los males del mundo, que salieron en el momento en el que Pandora abrió la caja. Justo cuando iba a cerrarla, se dio cuenta de que aún quedaba algo en ella: la esperanza. Debemos recordar que la esperanza es lo último que se pierde.
Publicado por "Diamante" (T.M.) el 29/12/2020

2 comentarios:

  1. Buenos días, Cecilia. Soy Teresa Montesino, de 3ºB.
    Me ha encantado la historia que has contado. Es realmente bonito que puedan pasar cosas así. Nunca debemos perder la esperanza, sea cual sea la situación.
    Ya se acerca el 2021, lo que significa el final del 2020, y queremos que este año se vaya de una vez por todas. Las cosas están mejorando, pero no debemos distraernos.
    Estoy deseando que todo esto se acabe ya, que todo vuelva a ser como antes. Precisamente por eso, nunca debemos perder la esperanza.
    Esto me recuerda al mito de la caja de Pandora. Dentro de aquella caja se escondían todos los males del mundo, que salieron en el momento en el que Pandora abrió la caja. Justo cuando ella iba a cerrarla, se dio cuenta de que aún quedaba algo: la esperanza. Por eso, siempre debemos recordar que la esperanza es lo último que se pierde.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un comentario maravilloso, amiga mía. Desde la esperanza, y con afecto ¡feliz navidad!

      Eliminar