En música clásica, concierto significa poner de acuerdo a una orquesta para que "dialogue" con un instrumento solista. Así entendida, la palabra viene del italiano. En español, como herencia del latín, siempre significó pacto, convenio. La encontramos en expresiones como "concertar una boda", "concertar una cita" o "concertar la paz", con el mismo sentido de mediación o arreglo.
La forma musical concierto traduce a expresión artística lo que no deja de ser una exigencia tan antigua como la necesidad de armonizar y establecer formas de estar juntos. El concierto tiene una particularidad, y es que por momentos el grupo cede la palabra a un único músico que se lleva el protagonismo. Pero los buenos conciertos son los que hacen brillar a la orquesta con todas sus posibilidades y su riqueza expresiva. Aquellos en que las propuestas del solista no sólo son imitadas sino desarrolladas y ampliadas por los músicos que tiene alrededor.
Los conciertos musicales se parecen mucho a lo que debería ser una clase bien llevada. El solista sería el profesor, y la orquesta sus alumnos. Al solista siempre se le escucha más, y tiene numerosos momentos de lucimiento. Pero es muy importante que deje espacio al grupo que le acompaña y sin el cual su actuación no tendría sentido. Orquesta y solista tienen que ir juntos, como deberían ir acompasados el que da la clase y el que la recibe. Un profe que no se detiene a escuchar las dudas de los estudiantes, que no nota si va demasiado rápido o demasiado deprisa, que no detecta a tiempo los problemas que van surgiendo, que no deja "respirar" al grupo y lo asfixia con su superioridad nunca tendrá un "buen sonido". En el aula, como en la música, no basta con ser un experto. Un buen solista disciplina con amor, no apabulla con dinámicas inapropiadas, escucha a la vez que interpreta, se convierte en uno más. No busca un éxito que no sea compartido. Los buenos profesores son, sin saberlo, músicos. Saben llevar el ritmo, cambian de registro según sea el auditorio, afinan su instrumento en función de las condiciones ambientales.Una clase no deja de ser un concierto. Aunque hay un solista, tiene que producirse el diálogo.
Dominio técnico, tocar sin necesidad de partitura, llevar los conocimientos en la cabeza y en el corazón, son requisitos que se exigen a todo solista. A partir de ahí, dejarse llevar, saber improvisar, parar a tiempo para que los músicos se sientan cómodos, para que todos participen. El éxito se produce cuando, incluso con una orquesta mediocre, el solista obtiene resultados notables. ¿Y la orquesta? Pues tiene una tremenda responsabilidad también. Requiere humildad y paciencia ocupar un segundo plano, tocar sólo cuando llega tu parte, esperar largos ratos en silencio. Después de tantos años asistiendo a conciertos, puedo deciros que las mejores orquestas son las que instintivamente acompañan con respeto y amor al solista, aún cuando ellas mismas sean un caladero de músicos excepcionales.
Has comparado la orquesta con la clase. También se puede comparar con una familia o con una colmena ya que todos son grupos de seres vivos que se conciertan para conseguir algo. Óscar, 2º ESO
Totalmente de acuerdo en que una clase es como un concierto. Sólo funciona si todos ponen de su parte, aunque uno destaque sobre el resto. También podemos asociarlo a otras situaciones. Si cada uno aporta su granito de arena, al final podemos formar una gran montaña que llegue muy alto. Silvia, 3º ESO
Buenas tardes Cecilia. Soy Silvia Zamarreño de la clase de 3ºB.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo en que una clase es como un concierto. Solo funciona si todos ponen un poco de su parte, aunque uno destaque sobre el resto. También podemos asociarlo a otras cuantas situaciones, como por ejemplo, una obra de teatro, un grupo de baile, etcétera.
Si cada uno aporta su granito de arena, al final podemos formar una gran montaña que llegue muy alto, y casi sin darnos cuenta.
Estoy muy de acuerdo con la relación entre un concierto y tus clases de música.
Me ha gustado mucho tu entrada, un saludo :)
Muchas gracias, Silvia. Me encantan tus comentarios.
ResponderEliminarHola Cecilia, soy Amelia de 2ºA. Muchas veces nos gusta una asignatura por cómo la enseña un profesor. La misma asignatura nos puede o no gustar dependiendo de cómo y quién la explica o transmite; lo mismo ocurre con la música, dependiendo de cómo sea tocada podrá gustarnos o no. También pienso que el público de un concierto puede estar relacionado con nosotros, los alumnos. En los conciertos, el público suele prestar atención a la letra y melodía de la música porque admiran a quienes la tocan o cantan y cómo lo hacen. Lo mismo ocurre con un buen profesor, los alumnos escuchamos, atendemos e intervenimos cuando es necesario porque nos gusta cómo ese profesor se transmite y nos enseña la asignatura.
ResponderEliminarTambién la actitud de nosotros como grupo influye en que el profesor pueda enseñar mejor o peor la materia.
Tanto en una clase o en un concierto, el profesor o el solista, los alumnos, la orquesta o el público tenemos que poner de nuestra parte y trabajar unidos.
Un saludo y hasta el martes.
Buenas señorita Cecilia soy Óscar Tablero Platas de 2ºA. Todos sabemos que es una orquesta pero no todos sabemos lo difícil que es llevarla acabo. Al igual que has comparado la orquesta con la clase también se puede comparar con más cosa con una familia, con una colmena ya que todos son grupos de seres vivos que se conciertan para conseguir algo maravilloso y sorprendente que uno sin ayuda de nadie no puede hacer, y aparte con los que te juntas creas un vínculo que es muy poderoso. Es verdad que cuando un orquesta se junta no toca si no que expresa sus sentimientos de la forma que mejor sabe para ganarse la vida al igual que una colmena o una familia. Claramente si se quiere fama no se puede conseguir de la noche a la mañana porque para conseguirla tienes que querer de corazón lo que haces y con los que lo haces a parte de que cada uno tiene que tener una tarea que desempeñar aunque te parezca que no es importante. Pero lo más importante es que desempeñes el trabajo que más te guste sin que nadie te lo impida, porque si te gusta trabajaras mejor que si estas obligado.
ResponderEliminarUn saludo y hasta la próxima publicación.
¡Buenos días a todos! Según leía la entrada y después los comentarios, además de haberlos disfrutado, me han sugerido una serie de ideas que espero desarrollar con claridad.
ResponderEliminarEn primer lugar, comentar que llevo creo que desde los 12 o 13 años tocando en orquesta y desde antes en banda sinfónica (una suerte que tenemos los trompetistas, junto a otros instrumentos de viento es esa gran variedad de agrupaciones disponibles para nosotros). En este tiempo, mi percepción dentro de la orquesta por supuesto que ha cambiado, y, ¿en qué ha cambiado?... Me explico, cuando comencé a tocar en esas agrupaciones tan grandes (que pueden llegar a juntar casi cien personas) sentía miedo en parte debido a la dimensión y sobre todo la edad de sus integrantes (Uno de mis primeros programas fue Carmina Burana -https://www.youtube.com/watch?v=dLOk8nHimlA- y creo que este respeto es comprensible). Con el tiempo, esta actividad se tornó un hábito y salvo contadas excepciones no me causaba impresiones más allá del gran disfrute que provee. Sin embargo, al hacerme más mayor me di cuenta de muchas de las cualidades que Cecilia ha desarrollado en la entrada. ¿Cuáles son? Bueno, antes de entrar de lleno en ellas y como la mayoría no habéis experimentado una orquesta o banda como intérpretes os cuento brevemente en qué consiste.
Los instrumentos de viento y percusión (madera y metal) son solistas, cada intérprete tiene una partitura propia. En cambio, la madera (violines, violonchelos y contrabajos) se divide en apenas un par de voces como mucho por instrumento y casi todos tocan al unísono el mismo papel (podéis entrar en https://imslp.org/wiki/Main_Page, consultar cualquier obra y comprobarlo vosotros mismos). El hecho es: el intérprete ha de seguir las indicaciones de la partitura y sobre todo del director, convirtiéndonos a los intérpretes en una especie de marionetas autodirigidas. Sé que suena mal, pero una orquesta no es democrática y sin extrapolarlo de ningún modo a otros ámbitos, no tiene por qué serlo. Juntar en un espacio a cincuenta o sesenta personas y pretender hacer música juntos requiere ciertos sacrificios... ¡pero la recompensa vale la pena!.
Antes hablaba de las cualidades aprendidas de la orquesta y quisiera comenzar por las dificultades. Todas las limitaciones que he comentado antes (la partitura, el director, el tocar juntos...) hacen de la orquesta un juego muy divertido. Es fácil fallar, muchas veces se tocan pasajes difíciles, hay que tocar afinado... es como un partido de fútbol/tenis/baloncesto que exige toda la voluntad que tengas en cada momento. Por supuesto, los momentos aburridos son aquellos que no presentan dificultad alguna y que musicalmente no convencen. Extrapolándolo al aula, os aseguro que sin exámenes/retos/exigencias os aburriríais como ostras.
En segundo lugar, con el permiso de Cecilia, creo que la figura del director se asemeja más a la del profesor. La primera impresión que tiene mucha gente con respecto al director (o directora, ya que cada vez hay más directoras de orquesta) es que es innecesario, ¿qué hace moviendo ese palito si los que tocan son los demás?. La realidad es que el director es fundamental en una buena orquesta, ha de sacar las máximas posibilidades a cada músico de la orquesta; balancear secciones, cambiar formas de interpretar pasajes y sobre todo, dar un sentido a la interpretación global siendo la última responsabilidad suya. Esta dinámica se da en todos los ámbitos de la vida y con multiplicidad de soluciones: los padres deciden con su mejor intención sobre sus hijos, los jefes en una empresa tienen la responsabilidad del buen funcionamiento de esta, el profesor del correcto aprendizaje y educación de sus alumnos...
Finalmente, como comenta Silvia, en un concierto todos los involucrados han de poner de su parte y aunque cada persona tiene un rol (la mayoría son tutti, menos son solistas y solo hay un director) no habría concierto sin músicos tutti, sin director o sin solistas no sería tampoco lo mismo...
Tienes toda la razón, Pablo, al hablar del papel del director de orquesta. Pero yo escribía pensando en los orígenes del concierto, cuando el solista era a la vez el director. Esto todavía lo hacen así las orquestas que trabajan con instrumentos originales y "a la antigua". Un placer mantener el contacto contigo estos extraños días de confinamiento. Besos
Eliminar