COMENDADOR
- Don Giovanni, a cenar vengo. Me invitaste y aquí estoy.
DON GIOVANNI
- ¡que sirvan enseguida otra cena!
COMENDADOR
- No hace falta. No se nutre de alimentos humanos quien se nutre de alimentos celestiales.
Así comienza la conversación final entre Don Giovanni (Don Juan) y el espíritu que ha venido a visitarle. Una visita aterradora, ya que se trata de un hombre a quien Don Juan mató en una pelea. Como si eso no fuera suficiente, luego se ha burlado delante de su tumba invitándole a cenar. El muerto se presenta, ¡vaya que si se presenta! La música de Mozart engrandece y potencia la magnitud del drama. ¿Reconocerá Don Juan sus errores? ¿Pedirá perdón? Tenebrosos acordes en la orquesta anuncian un desenlace fatal. Dejo al lector la tarea de descubrir esta ópera, si es que no la conoce, y yo me centraré en las palabras del Comendador, que renuncia a los manjares que están sobre la mesa porque prefiere el "alimento celestial". La sutileza de esta respuesta pasa totalmente desapercibida a su frívolo y desconsiderado enemigo.
Don Juan sólo piensa en mujeres, en diversiones, en comilonas y en borracheras. No le mueven otras pasiones que las que le dictan su egoísmo y su vanidad. La frialdad de sus sentimientos va directamente ligada a su conducta. Le vemos a lo largo de la obra siempre insatisfecho, a la búsqueda y captura de nuevas emociones y desafíos. Nunca es bastante porque nunca busca dentro de sí mismo. No hay reposo alguno en una existencia que sólo se nutre de sexo, alcohol, juego, banquetes...
Hoy en día sabemos que las personas capaces de huir de la satisfacción inmediata de sus deseos, capaces por así decir de alimentarse de manjares espirituales, viven su existencia con una plenitud y armonía desconocida para los demás. Una gran distancia emocional separa el tranquilo paseo por el bosque, donde te integras y formas parte de un todo, de la estimulante visita al centro comercial en que todo está pensado para un consumo salvaje. Compras y compras, y nunca quedas satisfecho, porque la existencia no puede llenarse con la acumulación de objetos. Lo mismo para las relaciones amorosas. Ignora Don Juan que al abandonar a una mujer tras otra pierde la oportunidad de dejarse envolver por el conocimiento y el vínculo profundo con el otro, aspectos de la existencia que ha desechado en su búsqueda loca de nuevos desafíos.
Y ¿qué decir de la manera en que comemos? ¿Qué nos pasa cuando atacamos sin piedad el paquete de galletas y no dejamos ni una? Recomendaciones como aumentar el consumo de fruta y verdura o evitar la comida basura ponen el foco en el aspecto más superficial del sobrepeso que afecta a gran parte de la población mundial. Aprender a comer significa asumir que no sólo hay que alimentar el cuerpo. Que también hay que alimentar la mente, y ofrecerle otro tipo de alimentos. Educación, arte, cultura, pueden llenar vacíos existenciales como no podrá hacerlo nunca el festín desenfrenado, el éxito en la aplicación de citas, el me gusta de la red social. No se trata de "cuanto más mejor". Si Don Juan lo hubiera entendido a tiempo, su historia hubiera acabado de otra manera. No quiero haceros spoiler así que, aquí lo dejo.
"Podemos dar de comer a los nervios respirando hondo" Óscar Tablero, 2º ESO
"Recuerdo hace varios años que leí un libro de autoayuda donde se
identificaba la gratificación instantánea con el monstruo de las
galletas, que nunca estaba satisfecho" Pablo Resa, UCM
Hola Cecilia, buenas tardes. Soy Silvia Zamarreño de la clase de 3ºB. En primer lugar, decirte que me ha gustado mucho tu entrada ya que creo,que al final lo que quieres decir es que hay que guiarse más por cómo y no por cuánto, es decir, preferir la calidad y no la cantidad. No está bien reírse de la gente como lo hizo don Juan, y si lo hacemos está bien pedir perdón ya que es una forma de mostrar arrepentimiento sobre tus actos. Me imagino que don Juan tuvo su recompensa por hacer esas cosas... pero no me voy a quedar con la duda, enseguida voy a buscarlo para saber el final.
ResponderEliminarRealmente veo bien que cada uno tenga su escarmiento, cada acción tiene su consecuencia. De todas formas, si lo piensas es mejor dejarte llevar por los pequeños momentos que al final son en los que más disfrutas: un paseo con tu familia, el cumpleaños de tu amigo... ¡cualquier cosa! No es necesario nada a parte de ganas de pasártelo bien.
Un saludo Cecilia :)
Más que recompensa tiene su castigo, precisamente porque ni pide perdón ni se arrepiente. Das totalmente en el clavo. Enhorabuena Silvia.
ResponderEliminarBuenas señorita Cecilia soy Óscar Tablero Platas de 2ºA. Todos sabemos que para vivir necesitamos comer, pero hay gente que cree que el cuerpo solo necesita alimentos pero es que hay más tipos de comer (podemos dar de comer a el alma yendo a misa o rezando, podemos dar de comer a los nervios respirando hondo, etc). Hay algunas personas que no ven más allá de la ansiedad por comer pero lo más importante no es comer lo importante es dar gracias por lo afortunado que eres al tener que comer porque hay gente que no lo tiene, y aparte después de esto también es importante con quien estés comiendo al lado porque si estas con una persona a la que quieres todo sabe mejor. A todo esto también se le pude sumar el sitio en el que estés no es lo mismo comer un picnic en el campo que un banco al lado de tu trabajo y el tiempo no es lo mismo que tengas 10 minutos para comer que tengas todo el tiempo del mundo. Una cosa que deberían hacer las personas que tiran comida por razones varias es intercambiarse por los pobres tan solo un día y así se darían cuenta de que no hay que tirar la comida. Pero es que nosotros no estamos acostumbrados a estar sin comer un día pero los pobres que están acostumbrados cuando vuelven a probar la comida les sabe a gloria debido a las horas de hambrunas que han tenido.
ResponderEliminarUn saludo y hasta mañana
¡Hola a todos! En esta ocasión creo que puedo aportar más utilizando un enfoque distinto al de mis anteriores comentarios. Recuerdo hace varios años que leí un libro de autoayuda donde se identificaba la gratificación instantánea con el monstruo de las galletas (que nunca estaba satisfecho). A veces se parece un poco, desde luego. El debate sobre cómo lidiar con los placeres de la vida a mí me lleva definitavmente a la Grecia clásica. Quedaron entonces representadas las distintas posturas ante la vida (que es al final el debate de fondo) en distintas escuelas filosóficas: los cínicos, los estoicos, los escépticos, los epicúreos, los hedonistas... No soy un experto en filosofía helenística pero sí puedo comentar unos pequeños esbozos sobre ellas.
ResponderEliminarComenzando por los hedonistas, personificados en Aristipo de Cirene, defendían que la mejor opción siempre es la que más placer reporta. Posteriormente quedó su postura más desarrollada con los epicúreos, que distinguían entre placeres físicos y mentales (considerando los mentales más duraderos y preferibles) y en movimiento y estáticos. En cuanto a los deseos, distinguían entre deseos naturales y necesarios, naturales e innecesarios y finalmente los deseos vanos y vacíos (siendo preferibles los deseos naturales y necesarios). Sin embargo, hay trampa en estas afirmaciones, pues algunos placeres implican sufrimiento y es por eso que Epicuro (fundador de la corriente) recomendaba una vida sencilla y frugal.
Para los escépticos, nada era bueno o malo en sí mismo, solo lo era en términos sociales. Por la subjetividad que implica un jucio de valor (como juzgar algo de bueno o malo), los escépticos optaban por no emitir juicio alguno.
Diógenes de Sinope (apodado a veces también "el perro") fue el cínico más famoso y venerado (a tu criterio queda si justamente o no) que ha transcendido en la historia. Recordado por vivir en un barril de vino entre perros, alimentarse a base de cebollas y orinar y defecar en público, defendía la autosuficiencia, el libre albedrío y la satisfacción de los instintos sin remordimientos. En resumen, vivir como un perro. La paradoja es que murió comido por sus propios perros.
Finalmente, la escuela estoica. Esta ha sido la más reconocida y prestigiosa de todas ellas. Sin embargo, puesto que Cecilia la ha comentado en numerosas ocasiones mucho mejor de lo que yo haría aquí, os insto a consultar de nuevo el artículo de la C de Calumnia.
¡Un saludo!